Tres hombres
Eran tres. Y nos siguieron un rato. Tuve miedo. ¿Y cómo no tener miedo? El metal brilló, como dice el lugar común, bajo la luna. Hermosa luna la de esa noche, enrojecida el aura. Aunque, ahora que lo pienso, no pensé en la muerte, pensé que se llevaban algo mío, una diminuta parte de mi juventud. Pareciera que uno pierde juventud cuando se enfrenta a una violencia tan azul, tan noche, tan sorda. Al final, nos regresaron cincuenta pesos, se fueron corriendo, ¿viste que uno casi se cae de la bici? Me da risa acordarme. Nos reímos mucho, pero yo tenía ganas de llorar.
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