Friday, February 27, 2009

Pack of dogs

-That's 3.50.
-You are out of milk.
-I know. The guy hasn't come this week. Anything else?
-So... Working late tonight?
-No. Can I get you something else?
-No, thanks.
-3.50.
A bill and a few coins. She didn't even bother counting them. If he short changed her, she could always "remind" his wife tomorrow, at 4 o'clock, during her afternoon condom shopping. Anna doubted they even had sex, much less three times a day... but it was none of her business. Sometimes she even wondered who she disliked more.
He smelled like bad cologne. She did too. He flirted with her, and Anna was sure he cheated on her. She definitely cheated on him. They both despised that little bundle of smelling screaming demanding piece of shit they had for a toddler son. Most of all, they both treated her liker they were her masters. But then again, all of her clients were more or less the same. Maybe it was just that they lived across the street, in an apartment Anna couldn't even dream of living in.
The door closed behind him, but she kept watching it for a few seconds, until the electronic bell stopped whistling its song. She couldn't point the melody, but she knew she hated it.
Two more hours until dawn. She had to do all the cleaning before the manager came, at six, to pick up the money. No problem, she thought, I'll quit today, anyway. Then she smirked to herself, yeah, right, better keep moving.
She realized she had said it out loud when the three adolescent brats giggled. No ID, no beer. She thought, and then realized she didn't say it out loud. Shit.
But they were here for candy and microwave food. It was more of a slur, but she understood alright what the girly one said.
-Aren't you hungry, lady? These Oreo Cakes are awesome!
-1 each, pothead...

Outside, a police car passed slowly by; Mike, the friendly but idiot cop, waved at her, half asking if everything was ok with those so-evidently-criminal teenagers.
She waved back, as one of the kids put back a six pack that was on its way to his big winter jacket.

4:30. jesusfuckingchrist... Layla's milk. It only took Carmen a few seconds to pick the phone up, but Anna started screaming right away, calling her a puta, the only Spanish word she knew well enough to use... It turns out Carmen had already fed Layla, and she was asleep until the phone rang.

At 5 a group of young males, reeking of testosterone, walked into the store. One of them was bleeding, though not much, from a cur on his lip. The only girl in the group, an anorexic redhead, French manicure and punk boots, was either too scared or too high to go beyond the door. She seemed to be in shock.

At first Anna though, trouble... but then, as they started to talk aimlessly about their fight, she realized they were even less harmful than the earlier group. Anna watched them wander through the bodega, telling the story of the night to each other... she could imagine the whole episode, two groups of urban males: like a pack of sad, castrated, whimpery dogs, longing for the long lost wilderness they would never see... diluted like bad whiskey in a jar of water.

When they were gone, Anna started to clean the counter, sticky with soda and ketchup. It was Close to You. She never liked that skinny Karen, maybe that's why she disliked Carmen, they sounded so alike.

The last customer of the night had just entered the store, and she had to grab the mop really hard to stop herself from hitting him with it. It was only Mike, who was just checking if everything was alright.

-You know The Barrys, from acros the street, with the cute kid? They're splitting up. Too bad for the kid, uh?
-Yes, Mike, so bad for the kid.

She thought she would go check their apartment once they were gone. Just for the kicks.

Wednesday, February 18, 2009

Mama Bear

Acabo de descubir, via Facebook, el blog de una chica a quien conocí brevemente en una visita que hizo a México... es un blog de cocina, y debo decir que me da una envidia astronómica... apenas ha publicado DOS recetas, y ya me veo en un futuro no muy lejano siguiendo con fruición el bló...
MAMABEAR rules!

Monday, February 16, 2009

Andouni, y un decapitado



Ayer por la noche vimos el documental A Long Journey Home, sobre el primer viaje que Isabel Bayrakdarian a Armenia, hacia el final del documental canta Andouni, literalmente "Sin Casa"...
Fue compuesta por Komitas Vardapet, musicólogo y compositor quien rescató miles de canciones armenias ancestrales de las salvajes manos del triunvirato turco y los zaptieh.
El video de esta canción, y la maravillosa voz de Isabel tocaron una fibra profundísima en casa. Yo tuve insomnio, y miedo, miedo a lo que es capaz el ser humano cuando pierde su humanidad, la capacidad de ver a los otros seres humanos como iguales. Una tristeza inmensa, también.

Luego, extrañamente, tuve el siguiente sueño: Estaba con mi hermano y mi madre en una feria de pueblo, los puestos de comida mezclados con las artesanías. De pronto, ví correr entre la multitud a dos adolescentes, uno de ellos llevaba en una mano un machete enfundado en cuero, mi corazón se aceleró, sabía que algo estaba a punto de ocurrir, seguí con la mirada la trayectoria de los dos jóvenes, y vi, como en cámara lenta, la mano que sacaba el machete, usado, no brilló al sol... mis ojos siguieron la mirada del atacante y la trayectoria de su mano: parado, a unos metros, otro adolescente apenas se percataba de que venían por él.
Una fracción de segundo se extendió, y el ruido del mercado, los gritos, la carne cociéndose en su grasa, todo quedó supeditado a un sólo golpe de machete, la cabeza se separó limpiamente del cuello, y cayó al suelo. Alguien gritó. Inmovilidad. El segundo adolescente, quien llevaba una enorme daga en la mano, le sacó limpiamente el corazón al decapitado, que se mantenía absurdamente erguido, y lo colocó sobre el cuello sangrante. Mi madre, mi hermano y yo nos acercamos a la sangrienta escena, junto con el resto de los visitantes del mercado.

Y aquí es donde el sueño se pone realmente extraño: la gente comenzó a despedazar el cadáver, en un arranque de alegría enloquecida, a mis pies cayó la mitad del torax, mi hermano corrió a levantarla, y volvió a lanzarla por encima de las cabezas de la turba.
Al estar cerca del pedazo humano me di cuenta de que estaba ya en proceso de descomposición. Un olor fétido salía del líquido sanguinolento que escurría...

No me acuerdo de más, pero me desperté aterrada, sudando de miedo y estupefacción...

La barbarie.

Wednesday, February 04, 2009

Llamado

Un ave emite un agudo llamado, y otra, lejos, le contesta. ¿Contestarás tú?
No hay razón, claro, de hacerlo, apenas una súplica desde aquí. Fuera, del otro lado de la ventana, el artificial bosque del asilo vive, renace, todos los años, mientras dentro, los agonizantes disfrutamos el aire sanitizado de un hospital decorado como casa de reposo.
Oigo las aves. NO reconozco ni uno de sus cantos. Quizá, si vivo lo suficiente, al final diga, esa es ave 1, esa es ave 2. Le pregunto a la enfermera, quien me mira condescendiente, desde su joven algodón blanco en forma de bata.
Nadie sabe qué tipo de aves viven en esos árboles. Yo sólo veo las copas, dos veces los he tocado, es posible que nunca más.
La enfermera: acomoda con escalofriante eficiencia las almohadas, no sólo la mía. No sabe el nombre de esos pájaros que se llaman todas las tardes, no quiere saberlo, piensa en su esposo, en sus hijos, en su vida que se escapa todos los días cambiando las sábanas de viejos agonizantes.
El ave vuelve a llamar... pero esta vez no hay respuesta.

Monday, February 02, 2009

Huesos en el desierto


Our bones are scattered at the grave's mouth, as when one cutteth and cleaveth wood upon the earth. Salmos 141:7, King James Bible

Un niño, con sus manos pequeñas y morenas, escarba en la tierra, uno podría pensar que está jugando, haciendo lo que todo niño hace: ensuciarse, jugar con tierra, pero entonces se oye un ruido, y cuando su rostro voltea a ver la cámara, uno ve que el niño está llorando; está sacando algo de entre la tierra que se deshace, porosa, en sus manos: pequeños trozos blancos, del tamaño de una piedra pequeña, llenan sus manos...

Son huesos, pequeñísimos trozos de huesos humanos, puede que se trate de sus bisabuelos. Cuando comenzaron a construir esta carretera, que atraviesa el desierto sirio, las excavadoras sacaron miles de pedazos de historia humana, familias enteras, generaciones enteras.

Ahora, a mi lado está sentado uno de los descendientes de los poquísimos que sobrevivieron a un genocidio no reconocido. Por las tardes hablamos de su familia, de su origen... "no debería estar vivo", me dice, una vez más... "el pueblo donde nacieron mis abuelos es tierra baldía ahora", vemos fotografías, siempre en silencio, y lo siento vibrar... el silencio es más fuerte que su dolor, que su karot.

Karot, se llama, en armenio, la tristeza, la saudade... por una tierra perdida, olvidada, por un pueblo detrozado, esparcido por toda la tierra, como sus huesos... una tristeza encarnada en los ojos de los armenios de la diáspora, a quienes les será imposible vivir en la tierra que les dio origen.

La imagen es de la isla de Akhtamar, en el lago Van, territorio robado por el gobierno turko tras masacrar a los habitantes armenios... Arshaluys Hovsepian sobrevivió a dicha masacre... su nieto me muestra fotografías, y repite, una y otra vez, "yo no debería estar vivo"...