camino
Miro un camino de tierra anaranjada enmarcado por la axila de una adolescente morena y el perfil de un hombre viejo que le mira los pechos insinuados debajo de la blusa.
El viento suena en mi oído izquierdo y el sol me da de frente. El movimiento de la camioneta se convierte en un murmullo. Los senderos largos y rectos me dan la impresión de una inmovilidad espiral.
Por las tardes hay siempre un momento triste para el que viaja. Un momento ominoso de recogimiento casi religioso que le es imposible compartir al que trae sus pertenecias en la espalda. Incluso los animales lo conocen: regresan a sus guaridas, a sus fuegos-lares-dioses. Es el momento del beso vespertino: pero no para aquel que no tiene umbral a donde volver.
El viento suena en mi oído izquierdo y el sol me da de frente. El movimiento de la camioneta se convierte en un murmullo. Los senderos largos y rectos me dan la impresión de una inmovilidad espiral.
Por las tardes hay siempre un momento triste para el que viaja. Un momento ominoso de recogimiento casi religioso que le es imposible compartir al que trae sus pertenecias en la espalda. Incluso los animales lo conocen: regresan a sus guaridas, a sus fuegos-lares-dioses. Es el momento del beso vespertino: pero no para aquel que no tiene umbral a donde volver.