Sunday, January 29, 2006

Territorio

Huelo en el aire su esencia. Es dulce. Hay una mujer dulce en tu vida. Lamer sus axilas debe traer a tu mente recuerdos de la niñez, cuando ibas a casa de una tía solterona que horneaba galletas. Me pregunto si habré probado alguna vez en tus labios el sabor de su sexo, confundido con los caramelos de menta que te gusta deshacer debajo de la lengua.
Me tiendo en la cama y cierro los ojos, controlo mi respiración,quiero escuchar en la memoria de las sábanas los latidos de su corazón.
Pero el tejido de algodón es celoso, quiere conservar también su recuerdo, y me niega el placer.

Friday, January 20, 2006

Noches

Uffa, texto de la era de las cavernas... pero va


La noche sube. Desde sus bajas piernas trenzadas con medias de nylon, se me sube hasta el sexo. Muerdo las sábanas y trato de acostumbrarme a la sensación. La noche no planea irse en un buen rato, diez horas, de menos, es lo que dicen los que saben. Meto un dedo en la ranura de alcancía entre mis piernas y lo llevo hasta mis labios, saboreo la noche. Ácida, sutilmente amarga y un poco agridulce; claro, sin tomar en cuenta mi propio sabor que, de tan conocido, puedo distinguirlo entre otros mil. Abro bien los ojos y doblo todo lo que da mi cuerpo a ver si le veo la cara, se esconde más adentro hasta arrancarme un orgasmo. Vuelvo a probar su sabor y ahora es un poco más caliente y lechoso.
Tras la gastronómica reflexión, intento una más plástica: los pasos. Uno, dos y hasta tres, siento la obscuridad resbalarse hasta la mitad de mis muslos; los aprieto quedito y siento una mordida. El dolor me abre completamente las piernas y los tentáculos nocturnos se prenden de ellas, se expanden y me envuelven. se descuelgan hasta mis tobillos en una rápida carrera que culmina dándose de bruces con los blancos empeines. Siento que empieza a trasminarse para alcanzar mis huesos. Hace rato que dejé de oponer resistencia a su dulce embestida y ahora trato de relajarme. Lo presiente y, como recompensa, me obsequia otro beso adentro, muy adentro. Otra vez su negrura se ilumina con un poco de leche. Se rie. Siento su risa en los músculos que se contraen y expanden con la cadencia de la canción de los grillos.
Me quedo dormida con la noche metida en el sexo y enredada en las piernas. Su antiguedad me remonta a un lugar, lejos, un lugar que se viste de gruñidos de bestias y un verde nocturno cegante. Me susurra que se llama selva. Tres pasos y oigo algo que se mueve. Atrás de mí, una presencia tibia husmea entre mis piernas. Seguramente lo despertó el olor de la noche. Gruñe. Me rodea y puedo adivinar un par de ojos. Vuelve a acercarse hasta que su extraño belfo me roza. Se relame. Despierto y me encuentro a la noche jugueteando con mi vientre. Se sorprende de verme despierta y cuando le cuento el sueño, se ríe hasta caerse de la cama, conmigo pegada a ella. Le pregunto si ella lo provocó y me observa con ojos inquietantes. Se cubre del frío entre los dedos de mis pies.
Finalmente, cuando creo que por fin se ha decidido a dejarme tranquila, la veo palidecer y retorcerse. Algo le duele, algo lastima. Trato de levantarla hasta mi pecho para calentarla y se me escurre entre los dedos. No puedo evitar que las lágrimas se agolpen en mis ojos y éstas terminan de ocultarme lo que ya sé. La noche se está muriendo.

Felices

¿Porqué esta rabia?
¿Envidio las risas en los niños? ¿qué hay en el llanto de los recién nacidos que hace que mi cabeza resuene con blasfemias y gritos?
He tenido tiempo para pensarlo, encerrado en mí mismo, he de confesar que no envidio su felicidad de ovejas, sus sonrisas como balidos, sos ojos entrecerrados, sus estómagos conformes con pasto, su obediencia a las flautas, a los silbidos.
Como mucho, merecen la misma muerte de las ovejas: rápida e inesperada. Pero quieren más, son ovejas codiciosas, anhelan una muerte suave y controlada, rodeados de quienes los han rodeado toda la vida, y aún más, siempre más: quieren más vida, no les importa que no la conozcan, que no sea más que una media vida, vivos sin cuerpo (como si fuera diferente a estar muerto sin alma).

Monday, January 16, 2006

Raíces

Hay una flor roja dentro de mi cabeza. Su raíz está muy cerca de mi párpado izquierdo. La siento florecer de vez en cuando. Tiene dientes, uñas. Es hermosa como sólo puede serlo una flor roja que nunca ha visto el sol.

Wednesday, January 11, 2006

Caracol caracolito, dame un poco de sol, sólo un poquito

Las horas pasan como un caracol que va dejando su brillante rastro sobre la pierna de un cadáver. Miro caminar una sombra quieta; su avance es igual a los movimientos agonizantes del corazón: circular y estéril.
Estoy sentado frente a una mesa, del otro lado, apenas una silla vacía. Miro mis piernas y mis brazos desnudos, las venas que laten debajo de la piel. Son también caminos, se bifurcan, se retuercen, conducen a viajeros condenados a nunca parar, pero también a no llegar nunca a ningún lado, sino a seguir volviendo siempre. ¿Me alcanzarás al final de mí?

Mar

Hay tres cosas en él que me aterran: Las sirenas, las olas de noche y las tortugas muertas.

Monday, January 02, 2006

tarde

Afuera el ruido de los autos y la noche llegando. Dentro, una masa de apatía y sopor.
Hace frío. El crazón se encoge por momentos hasta casi desaparecer. Soy una sábana cuadriculada secándose al sol, en medio de un patio, en medio de un jardín.
Las alas del ángel de piedra que cuida la entrada son lápidas.
¿Porqué el amor es tan voluble, tan esteril, tan circular?
Uno sólo de los nudos que forman la silla de palma podría contener las neuronas que bastarían para abarcar todos nuestros recuerdos. Los tuyos conmigo y viceversa.
Mira los pies de las parejas en los cafés, en las paradas de autobús. Míralos bien: verás el mundo caerse a pedazos, verás la tristeza del mundo surgir, como raíces, como venas y arterias. Mira cómo no se tocan, cómo, al ignorarse, se castran; mira cómo, al tocarse, retroceden como caballos mordidos por serpientes, y se miran con miedo y secretamente se lamen la pústula que deja el roce de la piel humana.

Día perdido

Perder el primer día del año me asusta. Ayer fui un zombi. El alcohol y demás quick fixers de la realidad dejan un rastro de franca barbarie. Este año pasará y dejará su huella, o quizá no, quizá sólo serán más libros, más caminos, más promesas no cumplidas, más montañas rusas, cada vez más viejas, cada vez más peligrosas y con caídas cada vez más pronunciadas, hasta que a alguien se le ocurra quitarse el cinturón de seguridad.

enjoy

Words like violence
Break the silence
Come crashing in
Into my little world
Painful to me
Pierce right through me
Can’t you understand
Oh my little girl
All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm
Vows are spoken
To be broken
Feelings are intense
Words are trivial
Pleasures remain
So does the pain
Words are meaningless
And forgettable
All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm
Enjoy the silence

Sol

¿Cuántos soles han muerto desde que te vi por última vez?

¿Volveré a ver tu rostro antes de hundirme en el mar?

Una tarde ¿recuerdas? mirábamos en la arena los diseños del viento, y me abrazaste. Las promesas, ahora lo sé, son entes extraños, como diminutas flechas que envenenan lentamente los sentidos, los embotan.