Caracol caracolito, dame un poco de sol, sólo un poquito
Las horas pasan como un caracol que va dejando su brillante rastro sobre la pierna de un cadáver. Miro caminar una sombra quieta; su avance es igual a los movimientos agonizantes del corazón: circular y estéril.
Estoy sentado frente a una mesa, del otro lado, apenas una silla vacía. Miro mis piernas y mis brazos desnudos, las venas que laten debajo de la piel. Son también caminos, se bifurcan, se retuercen, conducen a viajeros condenados a nunca parar, pero también a no llegar nunca a ningún lado, sino a seguir volviendo siempre. ¿Me alcanzarás al final de mí?
Estoy sentado frente a una mesa, del otro lado, apenas una silla vacía. Miro mis piernas y mis brazos desnudos, las venas que laten debajo de la piel. Son también caminos, se bifurcan, se retuercen, conducen a viajeros condenados a nunca parar, pero también a no llegar nunca a ningún lado, sino a seguir volviendo siempre. ¿Me alcanzarás al final de mí?
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