What can I hold you with?
Va una traducción personalísima del segundo poema inglés de Jorge Luis Borges.
He encontrado muchísimas versificaciones diferentes para este poema, va la que me parece más correcta...
¿Con qué puedo retenerte?
Te ofrezco calles lánguidas, ocasos desesperados, la luna
de los suburbios maltrechos.
Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado
largamente a la solitaria luna.
Te ofrezco mis ancestros, mis hombres muertos, los fantasmas a quienes
hombres vivos honraron en bronce: el padre de mi padre
muerto en la frontera de Buenos Aires, dos balas
perforando sus pulmones, barbado y muerto, envuelto por sus
soldados en el cuero de una vaca; el abuelo de mi madre
-de apenas veinticuatro años- a la cabeza de trescientos
hombres en Perú, ahora sólo fantasmas cabalgando caballos inexistentes.
Te ofrezco todo el discernimiento que pueda caber en mis libros,
toda la hombría, o el humor, en mi vida.
Te ofrezco la lealtad de un hombre que nunca ha sido leal.
Te ofrezco ese reducto de mí que de alguna forma he salvado-
el corazón que no se trata con las palabras,
que no trafica con sueños,
y que permanece a salvo del tiempo, de la alegría, de la adversidad.
Te ofrezco el recuerdo de una rosa amarilla vista durante el ocaso,
años antes de que tú nacieras.
Te ofrezco explicaciones de tí misma, teorías acerca de ti,
auténticas y sorprendentes noticias de ti.
Puedo darte mi soledad, mi obscuridad,
el hambre de mi corazón; intento sobornarte con incertidumbre,
con peligro, con derrota.
He encontrado muchísimas versificaciones diferentes para este poema, va la que me parece más correcta...
¿Con qué puedo retenerte?
Te ofrezco calles lánguidas, ocasos desesperados, la luna
de los suburbios maltrechos.
Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado
largamente a la solitaria luna.
Te ofrezco mis ancestros, mis hombres muertos, los fantasmas a quienes
hombres vivos honraron en bronce: el padre de mi padre
muerto en la frontera de Buenos Aires, dos balas
perforando sus pulmones, barbado y muerto, envuelto por sus
soldados en el cuero de una vaca; el abuelo de mi madre
-de apenas veinticuatro años- a la cabeza de trescientos
hombres en Perú, ahora sólo fantasmas cabalgando caballos inexistentes.
Te ofrezco todo el discernimiento que pueda caber en mis libros,
toda la hombría, o el humor, en mi vida.
Te ofrezco la lealtad de un hombre que nunca ha sido leal.
Te ofrezco ese reducto de mí que de alguna forma he salvado-
el corazón que no se trata con las palabras,
que no trafica con sueños,
y que permanece a salvo del tiempo, de la alegría, de la adversidad.
Te ofrezco el recuerdo de una rosa amarilla vista durante el ocaso,
años antes de que tú nacieras.
Te ofrezco explicaciones de tí misma, teorías acerca de ti,
auténticas y sorprendentes noticias de ti.
Puedo darte mi soledad, mi obscuridad,
el hambre de mi corazón; intento sobornarte con incertidumbre,
con peligro, con derrota.
2 Comments:
La mejor de todas es la de Retamar.
"Te ofrezco la lealtad de un hombre que nunca ha sido leal"
"Puedo darte mi soledad, mi obscuridad,
el hambre de mi corazón..."
ahhh, me encanto
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