Tuesday, January 08, 2008

invierno, luz

Hace como dos semanas que los días son más largos, el gato espera con ansia la llegada de su rayito de sol, se asoma, inquieto, al balcón, maúlla, mordisquea cosas, viene a llamarme, odia el sonido de las teclas.
Hace como dos semanas que se anuncia una vuelta más de la tierra al mundo, la vuelta de la luz, del calor, de las aves -algunas se apresuran, ayer, por ejemplo, en el camellón, encontramos cascarones de huevitos de pájaro. Arriba, en algún lugar, piaba una recién nacida ave, muriéndose de frío.
Mercurio está de malas, A dice que es porque come muchas porquerías (hace dos días nos despertó un ruido extraño, el gato había tirado al suelo restos de una pizza dejada en la mesita de noche, y probaba las delicias de Dominos). Yo creo que ya le andan las ganas de sol. Maúlla y maúlla. Camina como diminuto león enjaulado en su territorio, sube al sillón, persigue fantasmas, platica conmigo, duelo de maullidos, hasta que se harta y se va a conversar con A, quien aparentemente tiene temas de conversación más interesantes.
Mira al mundo desde su ventana, mueve la cola, observa a los pájaros en los árboles.
La jacaranda también está inquieta, pronto comenzará a verdear, luego, a finales de enero, brotarán las primeras flores. Siempre florece antes que las demás.
A continúa trabajando con la luz, experimentando.
La vida pronto abrirá sus ojos.

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